Gracias por gastar tu tiempo en leer esto (:

Cuando te tengo cerca de mi cuerpo no me puedo controlar, un deseo inmenso de ser tu dueña, de ser tu dueña, tuya y nada más.
¿Cómo escapará la pasión que el deseo de tu amor me da?
Te imagino en mis brazos mi amor, cuerpo a cuerpo, todo para amar, entregándome el corazón y los secretos de tu ingenuidad,ojalá algún día te bese mi amor, y sin aliento casi sin respirar decirte con todo mi amor, que como a vos nunca podré amar, nunca jamás.
Eres un canción
Escrita por las manos de Dios
No me malinterpretes
Aunque lo que digo suene extraño
Pero eres el dueño del lugar
Donde se esconden todos mis pensamientos
Y justo debajo de tus ropas
Es donde los encuentro                                                        

Debajo de tu ropa
Hay una historia interminable
Está el hombre que escogí
mi territorio
Y todo lo que me merezco
Por haber sido tan buena chica

Por tu culpa 
Me olvide la forma inteligente de mentir.
Por tu culpa
Se me agotaron los motivos para llorar
Cuando los amigos se vayan
Y la fiesta se haya terminado
Tú y yo seguiremos siendo el uno del otro

Debajo de tu ropa
Hay una historia interminable
Está el hombre que escogí
mi territorio
Y todo lo que me merezco
Por haber sido tan buena chica

Debajo de tu ropa
Hay una historia interminable
Está el hombre que escogí
mi territorio
Y todo lo que me merezco
Por ser tan buena chica

Te amo más que todo lo que en el planeta
Se mueve, habla, camina o respira
Sabes que es cierto
Pero lo gracioso es que
casi no pudes creerlo
Al igual que las voces cuelgan del silencio
Y las lámparas de el techo
Como una dama amarrada a sus modales
yo vivo atada a este sentimiento

Debajo de tu ropa
Hay una historia interminable
Está el hombre que escogí
Está mi territorio
Y todo lo que me merezco
Por ser tan buena chica contigo

Debajo de tu ropa
Hay una historia interminable
Está el hombre que escogí
Está mi territorio
Y todo lo que me merezco
Por ser tan buena chica contigo
¿Y si jugamos con el destino?



Quiero ser espejo de mis sueños... 
Sos la hermana que siempre soñé tener ~

Hola, permítanme presentarme... soy un negro habitante del conurbano bonaerense, aunque bien podría estar viviendo en alguna de las villas de la Capital Federal. Esa cuestión no importa. Le pedí a un amigo que escribiera esto ya que soy bastante bruto para escribir porque no terminé la escuela, ni me interesó hacerlo y por supuesto tampoco lo pienso hacer. 
No he cumplido muchos años de vida pero ya tengo 5 pendejos, por los cuales, gracias a usted, cobro $ 900 en concepto de Asignación Universal por hijo. 
A eso hay que sumarle los $ 1.000 que cobro por un Plan Argentina Trabaja, más los $ 150 de mi mujer por un Plan Trabajar que se multiplica por 3 ya que vivo con mis suegros que tienen otros 2 planes iguales. Lo que suma en total $ 2.350 mensuales que ingresan a mi hogar. 
Todo eso me viene absolutamente gratis, ya que ninguno trabaja y lo cobro alegremente en los cajeros automáticos con la tarjeta sin más trámite.
 
¿La casa?... Me la regaló el Estado o la tomé, da igual..... A eso hay que sumarle alguna changuita que me hago cuando el puntero peronista me convoca y voy a vociferar a la vía pública la marcha peronista en apoyo a Cristina, blandiendo un palo o un fierro, amenazadoramente. Muchas veces nos tapamos la cara con pañuelos o pasamontañas, y eso nos hace sentir más fuertes y seguros. 
¿Y si cambiamos un poco la mentalidad?
Choripan, coca cola y si la llevo a la patrona, cobro doble. 
 
Desde ya que de trabajar, nada. No..., no trabajo. ¿Para qué si con eso me alcanza y sobra...? 
No pago ningún impuesto, me subsidian la electricidad y el gas, me dan bolsones de comida, calzo zapatillas Adidas de $ 350, veo Direct TV o estoy enganchado de Cablevisión y mi celular es de última generación. Eso me da mucho tiempo de ocio que aprovecho para ir a hacer estragos a la cancha, romperle la cabeza a un antagonista o a un policía (¡¡¡ cómo odio a la poli...!!!), ponerme en pedo, y mostrar mis ostentosos tatuajes. 
Me gusta romper los trenes, las plazas, las bolsas de basura y hacer pintadas en algún edificio público. El concepto de cuidado del espacio público no forma parte de mi cultura. 
 
En la heladera tengo un buen surtido de vinos y cervezas. En una cajita guardo el paco y la merca. 
De mi pared cuelga un póster del Che Guevara. No sé muy bien quién es, ni lo que hizo este barbudo pero yo lo admiro porque me siento parte y protagonista de algo. Además Maradona lo tiene tatuado en un brazo !!... Debe ser otro ídolo !!
De la alimentación de mis vástagos, se ocupa la escuela pública y si alguna maestra se atreve a querer disciplinarlos, allí estaré yo para pegarle una patada en el culo .... ¿Quién se cree que es...? 
A veces los llevo a las marchas para que vayan absorbiendo la cultura piquetera y los uso como escudos humanos si los ratis se ponen pesados. 
 
Mi vida transcurre entre cogidas con mi jermu, alguna compañera de las marchas, o cualquier puta de Constitución. Debo confesar que a veces también miro a mis hijas con ojos libidinosos. ¡ Eh..... ! No me juzgue mal !.... Al fin y al cabo son mías y yo soy su padre. 
 
A veces me pega mal la merca y salgo a hacer “algún hecho”... entiéndase, a afanar. Prefiero como víctimas los pendejos que salen de la escuela o los jubilados, porque esos no saben defenderse. Es fácil. 
 
Si se me da por trabajar, lo hago sólo por unos días y nunca trabajo los lunes. Es San Perón. El tema es que no puedo trabajar en blanco (legal) porque pierdo los planes sociales y eso es mala palabra para mí. 
 
Las jodas comienzan los viernes, sacó mis potentes bafles, hago sonar pibes Chorros” o “El Polaco” y comienzo a intoxicarme.  Asado todos los fines de semana y dada la resaca, los lunes duermo hasta tarde. 
Si existe algo que me perjudica o no me gusta, salgo con los compañeros a cortar calles, vías y siempre tengo un arsenal de piedras para repartir a quien le moleste. 
Me río de los imbéciles que trabajan y pagan sus impuestos porque gracias a ellos yo puedo seguir adelante con mi cómoda vida. 
 
El Estado me garantiza libertad de acción y si caigo a la Tumba (prisión) por algún motivo, sé que las benignas leyes y los derechos humanos, me amparan. Además siempre hay algún juez amigo del puntero del barrio que me hace liberar al toque.
Este sistema es un paraíso para mí y siempre los peronistas tendrán mi voto. Y como cada día somos más, gracias a que no hacemos otra cosa que “darle” a las negras, nos seguimos multiplicando, por lo que los peronistas seguirán gobernando. Y si por casualidad llegaran a caer, me encargaré por todos los medios de sostenerlos en el poder. 
 
No tengo mucho mas que ampliar. Se acerca el fin de semana y ni hablar, se acerca el Mundial que vamos a poder ver gratis con los decodificadores que nos regala el gobierno por ser pobres. 
 
Sacaré a relucir mi camiseta de $ 200 y la bandera argentina. Jua,...! Si el creador de la bandera supiera que todo su trabajo, tesón y renunciamiento sólo sirvieron para que yo existiera, se volvería a morir. 
 
¡Qué me importa...! Además ese Belgrano (creo que se llamaba así), era rubio y tenía ojos azules. ¡¡¡ Qué asco...!!! 
 
Me importa lo mismo que me importás vos. Ni hablar si sos blanco. Si sos blanco, te odio más, como dice el maestro D'Elía... Por eso, cada vez que me mires de soslayo y arrugues la nariz, cada vez que una negra embarazada esté a punto de parir, cada vez que te corten una calle o una vía, o te rompan la vereda, te ensucien, te pinten la casa, no te dejen dormir con la música, te afanen, te pisen, te escupan, tenés que recordar que yo existo gracias a vos y a tus impuestos... 
¡¡¡ BLANCO DE MIERDA...!!!
Le echa de menos. Hace dos horas que no sabe nada de él. Ya debería estar en casa. ¿Dónde se habrá metido? La chica deambula de un lado para otro de la habitación. Nerviosa. Impaciente. Quiere oír su voz. Lo llama. Tiene el móvil desconectado. Suspira. Empieza a sentir una angustia insoportable en el pecho. También en el estómago. Lo necesita. Ya. Necesita ver sus ojos azules mirándola. Necesita oír de sus labios un "te quiero". Necesita apoyar su cabeza en su pecho y sonreír mientras le acaricia el pelo. Se ha hecho de noche. ¿Y si está con otra? No puede ser. Eso es imposible. Celos. No se lo imagina con otra que no sea ella. Es... No. Él no es así. Pero, ¿y si...? Recuerda la última vez que hablaron.
- Te quiero.
- Yo te quiero más.
- Ilusa. Sabes perfectamente que yo te quiero muchísimo más.
- Tonterías.
- ¿Me estás llamando tonto?
- Por supuesto. Yo te quiero más. Y pienso más en ti.
- Ni en sueños.
- Capullo.
Entonces ambos ríen y se dan un beso a través de la línea.
- Hagamos una cosa.
- Ahora no puedo satisfacerte, cariño. Está mi madre en la habitación de al lado.
- Qué tonta. ¡No es eso!
Ella ríe.
-Perdona, era una broma. ¿Qué quieres que hagamos?
-Mira. Cada minuto que uno piense en el otro, dibuja una rayita.
-¿Cómo?
-Pues eso. Coges un cuaderno y un bolígrafo. Y cada vez que pienses en mí, haces una raya. Sólo vale una por minuto.
-Es extraño... pero me gusta la idea.
-¿Si?
-Sí. Así demostraré que yo te quiero mucho más.
-Ya veremos.
Millones de rayitas tendría por vos! te amo ♥
La chica suspira. Piensa en él. Traza una nueva rayita en una pequeña libreta con un bolígrafo azul. Las cuenta. Setenta y tres. Sigue sin venir. Sin llamar. Preocupación, pero también inquietud. Y celos. Trabaja con una chica muy guapa. Sí. Más que ella. Él dice, que ni se ha fijado. Seguro que no es verdad. ¿Por qué no está ya en casa? Otra rayita. Setenta y cuatro. ¿Y si está con ésa? Suena el móvil. No es él, no es su sintonía. Número oculto. Frunce el ceño y responde. Sólo asiente con la cabeza a lo que una voz desconocida le pregunta. Por fin, le sueltan la noticia. Tiene que ir urgentemente al hospital. Ya sólo oye palabras aisladas entre el desconcierto y la confusión de su mente. Accidente. Atropello. Sangre. Contusiones. Rápidamente, sale de casa. No dice nada. Sólo corre. Para al primer taxi que ve. El tiempo se hace eterno. Las luces de la noche la ciegan. No comprende. No entiende nada. Por qué a él. Por qué a ella. Baja del coche. Corre. Entra en un gran edificio. Pregunta en recepción a una mujer mayor que le atiende con indiferencia. Habitación 1151. Pero no puede entrar. Debe esperar. No hace caso. El ascensor no llega. Sube por las escaleras. Deprisa. Tropieza. Continúa. Choca con alguien que lleva una bata blanca. No ve. No oye. No respira. ¿Dónde está él? ¿Por qué a ellos? Llega a la planta. Enfermos. Sillas de ruedas. Gente con lágrimas en los ojos. Médicos. Enfermeras de bonitas piernas. Carteles y más carteles. ¿Y él? Doctor. ¿Dónde puede encontrarlo? Más palabras sueltas. Grave. Estable. Operación. Duerme. Tranquilidad. Se sienta y espera. Pasan los minutos. Las horas. Una enfermera le trae un café con un tranquilizante. Luego otro café. Y la noche que se muere. El sol nace un día más. Tímido, pero seguro de sí mismo. Por fin, llegan noticias. Está dormido, pero puede verlo. La chica entra en la habitación. Allí está. Tumbado. Indefenso. Repleto de extraños tubos que van y vienen de alguna parte. Se acerca. Tiembla. Las lágrimas caen rompiéndose en el suelo frío de la habitación. Impoluta. Desplegando ese espantoso olor a limpio. Pregunta que si puede tocarle. La enfermera asiente. Le coge de la mano. Él no lo nota. La acaricia. La besa. Le habla. Él no la oye. Entonces lo descubre. La manga de aquel pijama que le han puesto se desliza por su brazo derecho. No puede ser. La chica remanga también el izquierdo. ¡Dios mío! Tiene los brazos llenos de rayitas. Decenas de rayitas. Minutos en los que pensó en ella. La enfermera la observa. Ha oído algo en el quirófano. Los doctores no entienden que son esas líneas que él tiene pintadas en los brazos. Además, llevaba un bolígrafo azul en la mano derecha en el momento en el que lo atropellaron. No lo soltó ni en el instante del impacto. La chica sonríe entre lágrimas. Lágrimas que mojan sus brazos. Brazos que reflejan el amor que él siente por ella. Ella que cuenta una por una todas esas líneas azules. Azules, como sus ojos. Sus ojos que se abren. Se abren por primera vez. Por primera vez desde que aquel coche impactó con su cuerpo justo en el instante en el que trazaba una nueva rayita.-Ciento quince- murmura. Sonríe. Débil. Ella se sorprende. Está ahí. Llora. Desconsolada. Pensaba que nunca más lo escucharía. Que jamás volvería a oír su voz. Da gracias a un Dios en el que siempre dice no creer. Y le besa. Las manos, los brazos, los labios. Despacio. Pero como nunca. Le ama. Y aunque él ha pensado más en ella que ella en él, está feliz, muy feliz. Tiene la oportunidad de la revancha y ganará. Porque ni un minuto más en su vida, dejará de pensar en él.



Niña: Siempre estaré aquí para ti.
Niño: Lo se.
Niña: ¿Qué pasa?
Niño: Ella me gusta mucho.
Niña: Habla con ella.
Niño: No lo se...yo nunca le gustaría a ella.
Niña: No digas eso, tú  eres fabuloso!
Niño: Solo quiero que ella vea como yo me siento.
Niña: Pues cuéntale como te sientes.
Niño: Yo no le gustaría a ella.
Niña: ¿Cómo lo sabes?
Niño: Porque lo se...Se le nota.
Niña: Solamente cuéntale como tú te sientes.
Niño: ¿Qué le diré?
Niña: Cuéntale lo mucho que estas enamorado de ella.
Niño: Yo se lo digo todos los días
Niña: ¿Qué quieres decir?
Niño: Siempre estoy con ella. La amo.
Niña: Se como te sientes. Tengo el mismo problema. Pero yo nunca le gustaría a él.
Niño: Espérate. ¿De quién estas enamorada?
Niña: Pues de un niño.
Niño: A....ella tampoco estaría enamorada de mi.
Niña: Si, ella lo esta.
Niño: ¿Cómo lo sabes?
Niña: Porque, ¿quién no estaría enamorado de ti?
Niño: Tú.
Niña: Estas equivocado. Yo te amo.
Niño: Yo también te amo.
Niña: Pues, ¿vas a hablar con ella?
Niño: Ya lo acabo de hacer.




Dime qué has hecho conmigo, que no respiro nada que no sea tu aire ni siento nada que no te pertenezca, dime por qué me enamoraste y me dejaste sin más razón que tu amor.



Y si para nuestro amor no encuentro un buen adjetivo, es por que te amo mucho, mucho más del te amo que te digo... ♫


gracias por tu amor...